El Mirador del Río es una ventana al Atlántico tallada en la roca a cuatrocientos metros de altura. Diseñado por César Manrique y construido en 1974, aplica su concepto de intervención artística en la naturaleza logrando una integración perfecta en el Risco de Famara. El conjunto queda mimetizado en el entorno por su ‘piel’ de roca volcánica y no se aprecia desde La Graciosa ni desde el barco que cubre el transporte regular con la octava isla desde Órzola.
Considerada una de sus obras más emblemáticas, dio pie al diseño con estética similar de otros dos imponentes miradores en Canarias. En 1989 se construyó el Mirador de la Peña, en El Hierro. Ese mismo año se proyectó el Mirador del Palmajero, en Valle Gran Rey, La Gomera. Aunque no se inauguró hasta 1995.
La vista de este balcón es el Archipiélago Chinijo, con La Graciosa en primer término, Alegranza en último, entre ellas El Roque del Oeste y Montaña Clara. La lengua de mar que las separa de Lanzarote se conoce como el Río, de ahí el nombre de este Centro de Arte Cultura y Turismo. Se llega a él desde Ye o desde Guinate, localidades ambas del municipio de Haría.
Y Manrique logró otra vez generar tanta belleza adentro como alrededor. Y lo hizo siendo fiel a su estilo orgánico de líneas sinuosas, texturas suaves, la armonía entre el blanco y los tonos de la roca volcánica con un empleo exquisito de la iluminación, integrando elementos propios de la etnografía local como la cerámica, plantas y piezas de arte como las esculturas colgantes del salón principal.
El interior es un salón-cafetería con servicio de hostelería y mesas dispuestas ante dos enormes ventanales. En el mismo espacio, otro ambiente con un sofá curvo y continuo ante una gran chimenea. En el exterior, una barandilla en la que apoyarse para contemplar el espectáculo cara a cara. Desde allí se ve también la ladera del Risco que baja hasta la playa y las Salinas de Guza. Construidas en tiempos de Sancho Herrera, primer señor de Lanzarote, entre 1422 y 1534, son seguramente las más antiguas de Canarias.
Pero aún hay más. Una bonita escalera de caracol te lleva a la tienda de recuerdos y regalos, que también tiene ventana al horizonte. Y subiendo un tramo más, el balcón definitivo. Te costará irte de allí…
