Los Hervideros es una franja de la costa que surgió a partir de las erupciones que entre 1730 y 1736 formaron Timanfaya. Las sucesivas coladas ganaron muchos metros al mar y Lanzarote creció varios kilómetros hacia el Suroeste. Las sucesivas erupciones dejaron unos veinticinco kilómetros de costa abrupta e impracticable desde Janubio hasta Tenésar. Una franja de esa costa, entre El Golfo y Janubio, es posiblemente la más agreste y espectacular. Tiene acantilados de más de cuarenta metros de altitud, cuevas, arcos y la guinda es una cueva por la que entra el oleaje y en el interior de la cavidad parece hervir. Para mejorar su disfrute, se habilitaron una serie de estrechos pasajes y pequeños balcones desde los que puede uno asomarse y sentir, más de cerca aún, la furia del mar.
Una carretera serpentea, temeraria, entre kilómetros de lava, los perfiles cortantes de los acantilados y el mar, que en esta zona de la costa siempre está encrespado y azota fuerte. El paisaje invita a imaginar cómo fue en su origen. La escena debió ser dantesca. La tierra escupiendo fuego. Lenguas de lava ardiente avanzando hacia el mar con violentas explosiones que, según testimonios de la época, podían oírse desde Gran Canaria, y enormes columnas de humo.
Las lenguas de lava avanzaban lentas en un fluido espeso y se iba fragmentando al enfriarse el material basáltico en su superficie. En su interior seguía incandescente. En el frente se formaban columnas de roca que caían al mar haciéndolo hervir y obligándolo a retroceder.
Así se formó este balcón espectacular que hoy conocemos como Los Hervideros. Durante el proceso eruptivo, el oleaje fue horadando esa cavidad que hoy es un atractivo turístico más de Lanzarote y forma parte de los enclaves registrados en su Geoparque, como el Lugar de Interés Geológico, LIG, número treinta y siete.