Teguise, noble villa y capital de Lanzarote desde principios del siglo XV hasta 1852, cuando Arrecife tomó el relevo. Hasta entonces y durante mucho tiempo fue el primer asentamiento civil y urbano más importante de Canarias. Conserva en algunas de sus calles el empedrado de lava original y muchos de los edificios emblemáticos de su casco histórico siguen en pie, y en buen estado, destilando el carácter señorial de su rico pasado. De hecho, está declarada ‘Conjunto arquitectónico-histórico-artístico’. Pasear por la Villa es toda una experiencia.
Por su dilatada historia han pasado dinastías como los Bethencourt, descendientes de los conquistadores normandos; o los Herrera, del Señor de Lanzarote, que han dado a Teguise años de esplendor. Se conservan algunas casas de aquellos años nobles como la Casa del Marqués de Herrera y Rojas, la Casa Perdomo, y otras que fueron dependencias o propiedad de autoridades civiles y militares, como la Casa Santiago o el Palacio Ico y el Palacio Spínola. Este inmueble, construido para ser Casa de las Inquisidoras, ha pasado por varias reformas importantes y hoy acoge la Casa-Museo del Timple y es sede de las sesiones plenarias y otros actos solemnes del municipio.
También destacan en el patrimonio histórico de Teguise edificios de carácter religioso. Entre ellos, el que más la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe. Su torre campanario descolla de entre todos sus tejados y chimeneas de la Villa, avistándose desde muchos kilómetros. De hecho, es uno de los más emblemáticos y representativos. Son asimismo significativos el convento de San Francisco y el de Santo Domingo.
El otro edificio emblemático de Teguise está fuera de su casco histórico. Construido en la primera mitad del siglo XVI por Sancho Herrera, el Castillo de Santa Bárbara vigila la integridad de la Villa desde lo alto del volcán de Guapapay. Así lo hizo durante siglos. De hecho, es la construcción defensiva más antigua de cuantas se conservan en Lanzarote. Y desde su atalaya oteaba costas y puertos para avisar del desembarco de piratas y corsarios, dando margen para preparar la defensa de la plaza y cobijando a su población. A mediados del siglo XIX las fortalezas dejaron de resultar eficaces y cayeron en declive. Fue a partir de 1960 que un colectivo ciudadano de Lanzarote impulsó trabajos de recuperación y conservación. Desde 1998 está gestionado por el Ayuntamiento de Teguise, pasando a tener un uso museístico y divulgativo. Durante años, sobre las migraciones y luego, como lo es hoy, Museo de la piratería.