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Volcán del Cuervo

El Volcán del Cuervo fue el primer cráter de Timanfaya. El punto de partida de los seis años seguidos de erupciones que transformaron Lanzarote. Destaca por su belleza. Su contorno es espectacular. Parece una copa de cristal rota. También por su entorno, ya que está enclavado en un paisaje apocalíptico y contrastado. Agreste, por las coladas de lava retorcida, y suave por las laderas de ceniza volcánica. Un paisaje que trescientos años después se muestra cubierto con un leve manto verde de líquenes, reproduciendo el nacimiento de la naturaleza.

Sin embargo, su mayor singularidad radica en que se puede acceder al interior de la caldera, lo que resulta una experiencia fascinante y única. Dista un cómodo paseo de unos veinte minutos (1,26 Km) desde el aparcamiento, por un sendero marcado como única zona habilitada para el tránsito. También se puede rodear perimetralmente (1,9 Km) lo que permite disfrutar más aún del espectacular paisaje circundante.

Volcán del Cuervo

La Caldera de los Cuervos, nombre auténtico de este cráter, se encuentra entre el Parque Nacional de Timanfaya y La Geria. Es un volcán de trescientos ochenta y ocho metros de altura y poco menos de cuatrocientos por doscientos de cráter, ya que no es redondo. Forma parte del Parque Natural de los Volcanes; que es el cinturón periférico del Parque Nacional de Timanfaya. Está integrado en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos y también en el Geoparque Lanzarote, en el Geositio o Lugar de Interés Geológico (LIG) VC007 Lavas de Timanfaya.

La candidatura de Lanzarote a ser Geoparque propició una fuerte inversión en su restauración, la señalización de la ruta, el acotado de senderos y accesos, así como la instalación de paneles informativos sobre los valores geológicos, vulcanológicos y medioambientales del entorno. Información que los visitantes pueden consultar a lo largo del sendero enriqueciendo notablemente la visita.

La Caldera de los Cuervos acogió algunos conciertos espectaculares en su interior, dentro del Festival de Música Visual que, durante años, trajo a Lanzarote a primeras figuras internacionales de la música alternativa como Brian Eno, a finales de los ochenta.

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