En verano, la pesadilla de cada temporada: infecciones por hongos. Un problema relevante, pero ni de lejos el único. Las rozaduras, ampollas, y los daños por caminar mucho tiempo con calzado inadecuado no le van a la zaga. El calzado estival debe ser cómodo, flexible, de materiales naturales y que facilite la transpiración.
Las altas temperaturas y la humedad son el caldo de cultivo idóneo para la aparición de hongos. Una dolencia leve con síntomas incómodos como picor y enrojecimiento de la piel. Además, son difíciles de curar y muy contagiosos. Tanto en ti mismo como a otras personas. Si tus uñas se ponen amarillentas, ¡alarma!
Otro problema muy recurrente del verano es el ‘pie de atleta’. Aparece en la planta del pie o entre los dedos. Lo detectarás por una sensación enloquecedora de picor, escozor o incluso ardor en la zona infectada. Requiere atención médica y lo antes posible. Lo evitas llevando siempre cholas de goma en lugares públicos con suelo húmedo.
Para evitar la infección por hongos, los expertos recomiendan tener una buena higiene podal, secándolos perfectamente con una toalla tras la ducha, con especial atención entre los dedos, e hidratarlos. Si sudas mucho, tras lavarlos y secarlos utiliza un antitranspirante o productos secantes. Y no compartas toallas ni calzado, ni camines descalzo en superficies calientes.