Un crucero es una forma diferente de viajar, pero hacerlo a bordo de un buque de lujo se convierte en una experiencia exquisita y elegante, inolvidable
El Queen Victoria es uno de los grandes buques de la Cunard, posiblemente la naviera más prestigiosa del mundo. Navegar en ellos es una experiencia Premium porque destilan exquisitez en todos sus detalles, de proa a popa y de babor a estribor. Sus ‘halls’, sus salones, restaurantes y comedores, sus camarotes son auténticas suites de lujo, y este mismo elevado estándar de calidad se ve y se siente en sus escaleras, pasillos, cubiertas… Y, por supuesto, en un servicio impecable.
Construido en 2007 y remodelado en 2017, el Queen Victoria tiene 294 metros de eslora por 32,3 de manga, doce cubiertas y capacidad para más de dos mil personas. A bordo de esta maravilla se pueden disfrutar muchos cruceros y rutas de entre cinco y veinte días por Europa, América, África, Asia y con destinos combinados en los cinco continentes. Aspectos muy importantes a bordo: la moneda es el dólar estadounidense y el idioma, el inglés. Hay varias modalidades de camarotes y muchos servicios incluidos en el precio del crucero. Sin embargo, no todos. Conviene informarse al contratar el crucero.
Las joyas de la corona de la Cunard son la gran circunnavegación, de ciento tres días, veintiséis puertos de escala de veinte países con once patrimonios de la humanidad; y sus ofertas de vuelta al mundo con varias opciones de duración y puertos escala.
Desde el Royal Court Theatre y su refinada biblioteca, al casino, el salón de piano o su exclusivo club. Saborear alta cocina en sus restaurantes temáticos, relax en su spa, entretenimiento en sus instalaciones deportivas; visitar Cunardia, que es el museo particular de la naviera; joyerías exclusivas, galería de arte, gimnasio, etcétera.
Además de eso, puedes irte de compras por las boutiques de su Royal Arcade, tomar el té con pastas de la tarde servido por camareros de guante blanco en el Queens Room, tomar una cerveza en el Golden Lion Pub, disfrutar de sus distinguidas fiestas o seguir cualquiera de sus muchos programas de actividades.
Aún tendrás tiempo para bajarte en todos los puertos de escala y visitar bellísimas ciudades y monumentos; y de contemplar atardeceres desde cualquiera de sus cubiertas o en el balcón de tu suite, de tomar el sol, y hasta de dormir. Hay que ser muy, muy soso para aburrirse a bordo del Queen Victoria.