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Praga en primavera

Además del movimiento liberador de 1968, la primavera es la mejor época del año para visitar una de las joyas de Centroeuropa, que muestra su mejor cara

Por temperatura, por belleza… La primavera es la mejor época del año para viajar a Praga. Sin aglomeraciones, precios más moderados y, a mediados de abril, la floración de sus árboles y jardines está en plenitud. La capital checa es una de las ciudades más bellas del mundo. En primavera, lo es aún más. Los magnolios cargaditos de flores blancas o rosadas, lilas, flor de cerezo, tulipanes, rosas, jazmín…
En primavera, Praga vuelve a la vida. Se reabren jardines y castillos y su calendario está repleto de celebraciones. El Festival de Música Barroca ‘Despertar’ (6 de abril, Kutná Hora). El 1 de mayo es el San Valentín de la República Checa. Las parejas van a la colina Petřín; el 8 de mayo es el Día de la Liberación del fascismo (aniversario 1945), hay un desfile por las calles del centro, concierto al aire libre y fuegos artificiales.
También en mayo, el Festival de los vinos rosados, en el Castillo de Praga, la Villa Richter o el viñedo de San Wenceslao. Y en el barrio de Malá Strana, el Fringe Festival, con teatro, comedia, música, danza y cuentacuentos. Otros eventos para esas fechas, el RumFest, el gran Festival Asiático de Praga, el Festival Primavera de Praga, o el Open House. El evento arquitectónico más grande del mundo, celebrado cada año en más de cuarenta y dos ciudades del mundo, invita en Praga a visitar cuarenta edificios. Y este año cae el 5 de mayo el Maratón de Praga, que termina en la Plaza de la Ciudad Vieja (Staroměstské náměstí).

Celebraciones aparte, hay lugares de Praga que no te puedes perder: Plaza Vieja, con el reloj astronómico; el Puente de Carlos, una maravilla gótica; el Castillo de Praga y la Catedral de San Vito; el Barrio (gueto) Judío de Praga (Josefov) con su cementerio; los jardines del Belvedere; la iglesia de San Nicolás, con el niño Jesús de Praga; y un paseo en barco por el Moldava.
También tiene curiosidades, como la calle más estrecha del mundo; la cafetería Kafka; las Casas Danzantes, del arquitecto Frank Gehry; los teatros negros; la Torre de la Pólvora; y el Callejón del Oro, muy cerca del Castillo, donde se reunían los alquimistas. Si tienes tiempo, hay dos escapaditas cercanas de lo más sugerente: la ciudad balneario Karlovi Vari y la pequeña ciudad medieval Český Krumlov, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Y luego está la otra forma de vivir Praga: ‘cerveceramente’. Hay una ruta de cervecerías ineludibles, pero antes es importante adquirir unos conocimientos básicos: 10º, 11º o 12º no indica los grados de alcohol como en otros países sino el porcentaje de azúcares extraídos antes de la fermentación. Estas son algunas de sus variedades: Svtle (clara), Polotmavé y Rezané (entre oscura y clara); Trnavé (oscura); y Tmavé (negra). Otro aprendizaje fundamental: Malé Pivo (pequeña); Velké o Pulitr (grande); y Tuplak (un litro).
Ahora, vamos de ruta… Apunta estos nombres y prepara tu GPS: U Fleku; U Zlateho Tygra; U Hrocha y U Cerneho Vola (zona del Castillo); U Kocoura, Pivnice U Glaubicu y Pivnice U Glaubicu (barrio de Malá Strana); U Cerneho Orla; Basta Bansethú (producción propia); Kolkovna (Pilsner Urquell, Barrio Judío); Zly Casy (barrio de Smichov); Pivovarsky Dum (ocho cervezas artesanales); U Vejvodu (centro histórico); U Zajice; y U Pinkasu.

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