Carpintero de ribera de oficio y de corazón, Agustín Jordán Romero es requerido para impartir cursos en distintos lugares de la geografía. Por ejemplo, en El Puerto de Santa María, Cádiz; tierra también de marineros donde ya no queda ninguno en activo; o en Cataluña. Nacido en Altavista, aprendió el oficio en Puerto Naos desde los quince años junto a grandes maestros. Ahora él lo es. “Lo mío es construir barcos, diseñarlos, crearlos; pero en la enseñanza he descubierto otra pasión. Yo sueño barcos, pienso barcos, escribo cuentos sobre ellos… La carpintería de ribera no se puede perder porque en ella está la felicidad”.
“He vivido estos últimos cuatro años en Barcelona, donde he construido, reparado barcos y enseñado el oficio a alumnos de muy distinta condición. Para mí lo importante es que disfruto mucho compartiendo mis conocimientos y mi experiencia. Cada día supera mis sueños, me siento valorado y estoy feliz”, explica Jordán entre compases, lápices y tableros con clavos.
Especialmente en Cataluña, donde se cuidan mucho los barcos históricos; y también en El Puerto, donde explica con marcado acento conejero la debida curvatura de las cuadernas de proa, Agustín tiene muchos alumnos pero no discípulos. “La gente ahora aprende cuatro cosas y se cree maestra. Algunos, incluso, ya quieren montárselo por su cuenta. Echo de menos mucha humildad”.