El futuro de la automoción es eléctrico pero aún está por ver mediante qué fórmula. Aunque la mayoría de fabricantes se decanta por las baterías convencionales, el Hidrógeno se postula como una alternativa interesante e importantes marcas creen de verdad en él: Toyota, Hyundai, Honda, BMW y Porsche.
Un FCEV (Fuel Cell Electric Vehicle) es un coche eléctrico que en lugar de baterías utiliza un sistema de pila de combustible (Hidrógeno). Mediante una reacción química (electrolisis inversa) el Oxígeno del aire y el Hidrógeno almacenado en los tanques generan agua y la electricidad para alimentar el motor. Su principal ventaja: reposta en cinco minutos. Hándicap: infraestructura casi inexistente.
La alternativa, probada por Toyota en competición, es el Hidrógeno comprimido. Lo emplea en un motor térmico convencional con la admisión modificada. Alarga así la vida de los motores de combustión, con la ventaja de una mejor respuesta y una contaminación irrisoria (NOx).
Porsche embute el Hidrógeno en aceite sintético, que es sumamente estable y seguro. Ni explosivo, ni volátil, ni emite vapores corrosivos tóxicos. Una vez combustionado el Hidrógeno, el aceite se reutiliza para la siguiente carga. Y para comercializar esta tecnología se pueden utilizar todos los elementos que ya existen en la infraestructura de los combustibles convencionales, incluidos los depósitos del carburante, los surtidores y los camiones cisterna.