La revista bilingüe de Lanzarote

Francisco Medina, cultivador de fuego

Artista en la talla en madera, empezó a cultivar chiles hace seis años en su casa, en Tahíche, y provee a restaurantes indios, mexicanos, italianos y locales

Asegura que empezó por…, curiosidad. “Me intereso por muchas cosas, me encanta el picante y un día me encontré buscando semillas y cultivando chiles en mi casa, en Tahíche. Bueno, le doy a la agricultura desde los ocho años”.

“Es una planta de países cálidos, áridos, -explica Medina- por eso se dan muy bien en Lanzarote. Pero requiere muchos cuidados, poda, sulfatado, mucho riego y es muy delicada con el tipo de suelo, la calidad del agua, parásitos, etcétera. También ocurre, que cada cuatro años hay que renovar con semillas nuevas, que voy buscando, trayendo cuando viajo, otras me las regalan como ‘souvenir’ y algunas las intercambio con amigos”.

Cuenta Francisco que provee “a varios restaurantes indios, algunos mexicanos, italianos, que los usan para las salsas y las pizzas, y otros tantos locales”, así como que “la venta alcanza para el riego cada tres días y poco más. Y eso que las plantas son generosas y dan unas cinco cosechas al año”.

Los tiene de muchas variedades diferentes. “Las dos autóctonas de Lanzarote, que se usan para hacer el mojo o las gambas al ajillo; luego, otras dos originarias de Tenerife, más parecidas a la cayena”. Y también exóticas. “Los indios –explica- sólo me compran el chile verde de árbol. Y sólo verde porque dicen que ya rojo hace daño al estómago. Los mexicanos, y no sólo ellos, quieren jalapeños verdes, carnosos y muy picantes… Y hay uno de Arrecife que me pide el chile habanero amarillo, que es fortísimo. Como diez veces más que la cayena”.

Otras variedades en casa de Francisco son el Diente de perro, el Pasilla, el Chilaca o el Guajillo, todos mexicanos; el Verde cristal, que es chileno, y el que los sudamericanos llaman Ají. “Sin embargo, -señala el cultivador de fuego- los que más salida tienen son los jalapeños, las variedades locales y el chile verde de árbol. Y dentro de todos ellos, las variedades consideradas más selectas, más gourmet, son el habanero amarillo y el jalapeño”, por los que pide en torno a veinte euros el kilo.

“Pero yo hago las cosas para gozármelas, no por un beneficio económico. En este momento de mi vida quiero vivir, viajar, descubrir… Y dentro de todas esas cosas también está cultivar chiles”, concluye.

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