El Festival de Música Visual de Lanzarote, un evento único y con una enorme proyección internacional, celebra su 18ª edición entre el 10 y el 21 de octubre
Surgido de la genialidad y la visión artística de Ildefonso Aguilar, el Festival de Música Visual de Lanzarote comenzó en 1989, organizado por el Cabildo de Lanzarote. Es un maridaje entre el paisaje agreste y poético de la isla de los volcanes y la vanguardia musical y escénica internacional. Pero toda gran creación tiene un germen e Ildefonso Aguilar lo explica.
“Ya había hecho la sonorización de la Ruta de los Volcanes. Una recopilación de sonidos y música muy vanguardista, también algunas creadas por mí. Estas composiciones, que unían el paisaje de la isla con la música, sonaron en los auditorios de Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes y se fue generando una atmósfera musical muy identificada con Lanzarote”.
“Ya por entonces, tenía amistad con el productor musical Larry Yaskiel, quien me ofreció y me puso en contacto con varios artistas, entre ellos Brian Eno. Le propuse al entonces presidente del Cabildo, Enrique Pérez Parrilla, invitar a Eno para que vinculase su música al paisaje de la isla. Accedió, se organizó todo y vino unos días. Quedó fascinado y accedió a dar un concierto que terminaron siendo varios: Two Opal Evenings, para los que trajo a más artistas, entre ellos el alemán J. Peter Schwalm. Fueron en el auditorio de Jameos. Espectacular. Lleno hasta arriba. La gente maravillada y Eno también. No quisieron cobrar las actuaciones… De ahí surgió la idea y dos años después se hizo el primer Festival de Música Visual de Lanzarote”.
“A Jameos y la Cueva se sumaron otros escenarios: la Rofera de Tahíche, el Convento de Santo Domingo, El Almacén, o El Reducto. El Volcán del Cuervo se añadió años más tarde, con una actuación fantástica del percusionista suizo Pierre Favré. En total, el cráter acogió cuatro conciertos, el último en 2001 con Brian Eno. Un éxito extraordinario en un enclave fascinante”.
“Guardo un recuerdo muy especial del japonés Somei Satoh, fue muy especial y arriesgado. Igualmente impresionante, Andreas Vollenweider y su ‘caverna mágica’ en el Volcán del Cuervo; y, por supuesto, Brian Eno”.
“Logramos crear un acontecimiento que tuvo durante muchos años una repercusión internacional impresionante, también impacto turístico. No había nada ni parecido en toda España en aquel momento. Tras una dañina pausa (2002-2017), costó mucho reimplantarlo, algo que agradezco muchísimo al exconsejero Óscar Pérez y al ex presidente Pedro San Ginés”.
