Enamorado de este instrumento, Eduardo Gómez creó en 2013 una empresa en Lanzarote con el propósito de mostrarlos y de que haya uno en cada casa
“El gong genera una vibración interna que te hace encontrar las respuestas. Te muestra la verdad y ésta no siempre tiene una cara amable, pero eso es lo que necesitas en ese momento. Al final, el gong siempre hace su labor”. Esta reflexión bien podría ser el Credo de Eduardo Gómez, lanzaroteño por elección desde hace más de veinte años, informático de profesión y ‘predicador’ de los gongs por inspiración y como hobby.
Por circunstancias personales, en una etapa de su vida experimentó un acercamiento a lo espiritual, al mundo holístico. “Hubo y hay una recuperación emocional en la que los gongs me están ayudando mucho a recuperar las ganas de vivir”. En este contexto, conoció a gente muy notable en este campo con la que aprendió mucho sobre ellos y su fabricación, aunque en ningún momento se considera artesano o terapeuta.
En 2013 creó la empresa Instrumentos Terapéutico Solidarios S.L. con el propósito de mostrarlos al mundo. “Estoy convencido de que si hubiera un gong en cada casa, el mundo sería mejor y la gente más feliz. Pero no tengo tanto empeño en hacerlos y venderlos como que la gente que quiera aprenda a hacerse el suyo. Por eso hacemos talleres donde nos requieran. En Portugal, en México, en cualquier rincón de España… Y es un oficio con el que alguien puede ganarse la vida”.
“De momento no hay un taller como espacio físico. Es itinerante. Llevamos nuestros martillos como un chef lleva sus cuchillos, un soplete, y tira millas”. En cuanto a su fabricación o creación, no cree en una clasificación. “En cada gong están todos los gongs. Luego es verdad que el material de que estén hechos determina la nota y los armónicos que pueda dar”.
“Nosotros los hacemos de alpaca, una aleación de níquel y cobre. El proceso de creación es muy intuitivo, pero juega mucho la experiencia. Además, es importante estar centrado, alineado. Un martillazo mal dado te puede retrasar horas. Todo lo demás es quemar y dar martillazos con sentido”.
