El mundo de la gastronomía y la cocina tiene cada día más adeptos e incorpora cada vez más sofisticación e inventiva. Sin embargo, hay recursos muy interesantes al alcance de cualquier hogar y tienen que ver tanto con el aprovechamiento como con mejorar el sabor de los platos. Uno de ellos es aromatizar la sal, algo que se lleva haciendo hace mucho con el aceite.
El abanico de posibilidades para hacer sal aromatizada es inmenso. Algunos ejemplos son: vino, vainilla, guindilla, pimiento asado, perejil, setas, cebolla o chalota, albahaca, sésamo, romero, naranja, pieles de verduras…, alga nori. Y muchísimas más.
La ventaja de usar sal aromatizada es el toque final que da a cualquier plato aportando un nuevo matiz de sabor, con la ventaja de reducir la cantidad total que necesitaría porque puede sustituir a otros saborizantes o aromatizantes.
Un ejemplo de aromatización por aprovechamiento que, además está riquísima, es la sal de pimiento asado. Basta impregnar la cantidad deseada de sal, extendida en una bandeja, con el jugo restante de los pimientos (sin encharcarla). Luego hay secarla. Mejor ante una fuente de calor, suave y estable. Por ejemplo, en el horno a baja temperatura Una vez seca, repetimos el proceso de secado pera intensificar su sabor. Consérvala en un recipiente aislado de la humedad.