LagOmar es un lugar único, esculpido en una cantera de rofe y tocado por el estilo y la estética de César Manrique
Formas caprichosas, un laberinto de túneles de lava; perfiles redondeados, blancos y suaves, y recovecos que retrotraen a los juegos de la niñez. Belleza con piel de sueño y el misterio de los cuentos relatados a la luz trémula de una vela. Así es LagOmar. Un lugar de un altísimo valor sentimental. La obra de una vida, construido con cariño y sostenido con plena dedicación durante más de veinticinco años.
A finales de los ‘60 el promotor judío sefardí de Gibraltar, Samuel Benady, construyó la casa que fue el germen de todo lo demás. En 1989, prácticamente en ruinas, la compraron los arquitectos Beatriz Van Hoff (uruguaya) y Dominik Von Boettinger (alemán), en aquella época matrimonio. A mediados de los ‘90 iniciaron la rehabilitación, para la que contaron con los consejos e ideas de César Manrique y Jesús Soto, quien siguió personalmente los trabajos de transformación; y de los jardineros de los entonces incipientes Centros de Arte, Cultura y Turismo.
Además, construyeron en la antigua cantera de rofe que había junto a ella el lago, los jardines, la terraza ‘chill out’ La Cueva, el restaurante, el lago y el museo. El conjunto ocupa tres parcelas con una superficie total de 6.722 m2. Aparte, cuenta con dos pistas de tenis, cuatro viviendas, patios y zonas comunes, una piscina principal y otra privada.
Recorriendo sus jardines y puentes, el visitante encuentra las boyas de hierro y vidrio que Jesús Soto rescató de antiguos barcos de pesca y convirtió en lámparas. También vigas de madera raídas de viejos molinos que incorporó a las cuevas y participan del juego cromático y de texturas.
Miles de lanzaroteños y turistas tienen recuerdos en este lugar mágico. En LagOmar se han hecho sesiones de fotos de moda, rodado anuncios de televisión, documentales y escenas de películas; es objeto de admiración y uno de los atractivos turísticos de la agenda de la isla de los volcanes.
El restaurante ha tenido distintas direcciones y ofertas gastronómicas, siempre con un nivel de calidad y exclusividad a la altura del enclave. Su bar-terraza, excavado en la roca, ha acogido numerosas noches de copas, música en vivo y fiestas privadas. LagOmar tiene un lugar en el corazón de miles de personas, lanzaroteños y visitantes.
