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El charco de San Ginés, Lanzarote

De esta entrada de mar en un cráter sumergido surgió Arrecife hacia el siglo XV como aldea de pescadores. Hoy es la zona de ocio con mayor potencial y varios proyectos convergen para recuperarlo

El Charco de San Ginés es hoy el corazón de Arrecife por la intensa actividad de ocio que concentra y porque es uno de sus enclaves más bellos. Ha pasado, sin embargo, por numerosas etapas de éxito y decadencia. Vestigios arqueológicos confirman que aborígenes mahos pescaban y mariscaban en sus orillas.

La arqueóloga y doctora en Prehistoria, María Antonia Perera Betancor, sitúa en el siglo XVI el “pequeño asentamiento marinero de La Puntilla”. Continúa siendo importante durante la ocupación portuguesa y en los siglos posteriores sirve de muelle de abrigo invernal para los barcos que iban a América. Surge en sus orillas la carpintería de ribera, posteriormente en Puerto Nao, y en 1630, la Parroquia de San Ginés, que le dio su nombre.

Arrecife creció dándole la espalda a La Puntilla. A lo largo del siglo XX El Charco estuvo amenazado de convertirse en mareta o, rellenado de tierra, en parque municipal y hasta en aparcamiento. Allí llegaban desagües y los restos malolientes de la actividad conservera hasta que César Manrique detectó el potencial oculto tras la ‘charca pestilente’. Lo separó de Puerto Nao, lo remodeló, creó puentes, jardines y una cascada.

El cierre del Rincón del Maho, hoy demolido, acabó con el ocio nocturno de El Charco en los primeros años de este milenio pero volvió tímidamente cumplida la primera década y hoy es, indiscutiblemente, la milla de oro de la capital lanzaroteña. Numerosos bares, restaurantes y comercios llenan una de sus orillas y la corriente avanza, ayudada por un creciente interés inversor de la iniciativa privada local, nacional y extranjera.

La convergencia de varios proyectos, integrados en uno mayor de recuperación de todo el frente marítimo, promete su mejor versión. El primero de ellos, inminente, recupera la cascada de Manrique en el Morro de Elvira, dotándolo de un sistema de bombeo de agua salada y un mecanismo de sincronización para juegos de luces y chorros. Otro, canalizará aguas pluviales para evitar las habituales inundaciones.

Un tercer proyecto, integrará barrios del entorno con formato de ecobulevares y comienza en las cuatro esquinas. Y un cuarto, de embellecimiento general aunque conservando la estética actual. Hay, asimismo, un estudio ambiental sobre las aguas y el hábitat de este ecosistema que contempla tareas de limpieza.

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