Surgido en Estados Unidos e inspirado en la comunidad Amish, el estilo kinfolk es el resultado de la combinación de detalles sencillos para conseguir clásicos modernos y elegantes. Definen este estilo las formas claras, los materiales naturales y superficies como la piedra, la piel o la madera. Y el paso del tiempo por ellos les añade valor y belleza.
Las paredes de un hogar kinfolk se pintan de un solo color o bien se revocan artesanalmente o se enmasillan para dejarlas lisas. Son el fondo sereno para muebles de diseño seleccionados, objetos de arte tradicionales y cuadros personales. No pueden faltar, igualmente, los tejidos artesanales, el lino o el algodón, así como textiles sostenibles y de comercio justo.
Los colores son los de la tierra y la naturaleza. Blanco, beige, tonos arena y marrones; con el verde, el gris y el negro para añadir un toque de color y contraste al conjunto. El suelo es la base de la decoración interior y puede ser amplio y relajado. Madera, piedra, corcho, baldosas de terracota o un parqué en roble claro o miel.
Hablando de muebles, en el kinfolk menos es más. Menos distracciones y un diseño sobrio para lograr un efecto relajante. Algunos objetos cotidianos se convierten en piezas de diseño y objetos de colección.