El trotamundos lanzaroteño Echedey Weyland Cejudo inició su periplo en 2008 y, tras recorrer España en furgoneta y visitar varios países en barco, viajar es hoy su modo de vida
Simpático, cercano, resuelto, habilidoso y emprendedor, Chedey es un chaval de cuarenta y pocos años que cambió su sillón de protésico dental por un maletín de cerrajero y pudo comprarse un barco: El Gran Argonauta. Ahora es un lobo de mar.
Su periplo comenzó en 2008, a bordo de una furgoneta Ford Transit del ‘88 que antes fue una ambulancia. La rescató de un descampado y la restauró durante todo un año. “Con ella y acompañado de mi pareja de entonces, -explica- recorrí España varias veces alternando con viajes como mochilero por Marruecos, Gabón y Senegal“.
“Cuando regresé a Lanzarote, el sillón de protésico dental me quemaba. Para poder seguir viajando, me hice artesano. Después aprendí el oficio de cerrajero y monté hace diez años una empresa. Los primeros cinco trabajé a tiempo completo, nocturnidades y fines de semana incluidos, para comprarme el barco”.
“Ya tenía el título de patrón pero en la práctica no sabía ni sacarlo del puerto. El Gran Argonauta es un velero de casi doce metros de eslora que tengo hace seis años y al que me vine a vivir desde el primer día”.
Aprendió a navegar gracias a sus amigos Rafa ‘el Chopa’, Charly Cazorla y Fran Socas. Como tripulante en otros veleros valoran mucho su capacidad para reparar, ya sean velas, averías mecánicas, etcétera. Ha surcado aguas de Cabo Verde, Brasil, Islas Vírgenes del Caribe, Bermudas, Azores, Islas Canarias y resto de España, Madeira, Portugal, Marruecos, Francia, Italia, Grecia y más recientemente, Egipto.
“Ya he hecho varias travesías en solitario por Canarias y Madeira. Navegar solo es un viaje interior. Me emociona la inmensidad del mar. Me da la paz absoluta”.
“He cruzado varias veces el Atlántico a bordo de otros veleros. La última, desde las Islas Vírgenes hasta Barcelona y en plena temporada de huracanes. Con mi amigo lanzaroteño Fran Socas, la guatemalteca Lissy, y el apoyo fundamental vía satélite del también conejero Norberto Delgado”.
“En Bermudas nos sorprendió una tormenta con vientos de cincuenta nudos y olas de cinco metros que dañó mucho la embarcación. En el Estrecho del Gibraltar nos atacaron orcas y tuvimos colisiones con troncos flotantes. Pero también he podido ver ballenas, tiburones, grandes tortugas, un gran ejemplar de pez luna, marlines, etcétera”.
Chedey es consciente de que está viviendo el sueño inalcanzable de mucha gente, que también era el suyo. Tanto, que “sabía que tenía que ser ahora”.