El mindfulness es una técnica que entrena la atención para concentrarla en el aquí y el ahora, con el objetivo de dejar la mente en calma. La filosofía de la ‘atención plena’ tiene sus raíces en el budismo pero no tiene nada que ver con la religión. Consiste en una concentración total en el instante que se está viviendo para dominar los pensamientos y traerlos al presente. Sólo se observan, sin juzgarlos.
Hay dos tipos de mindfullness: pasivo y activo. El pasivo, (iniciación) conlleva permanecer completamente inmóvil concentrando todos los esfuerzos en ‘domesticar’ la atención. El activo, (avanzado) requiere tener ya interiorizadas las técnicas del mindfulness pasivo y se aplica a situaciones del día a día.
Además de una mayor capacidad de análisis y de desapego, el mindfulness aporta perspectiva y un acercamiento a la realidad menos condicionado por juicios o prejuicios. Observamos lo que ocurre y lo sacamos del plano personal. De esta forma se gestionan mejor los sentimientos y las preocupaciones.
Al ser capaz de controlar la mente se consigue estar más conectado con uno mismo, te comprendes y te aceptas. E, igualmente, aumenta tu paciencia, tu capacidad de aguante y cedes menos ante las frustraciones cotidianas.