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Aromas como decoración

Hay detalles que trascienden lo visual. Los aromas evocan emociones, recuerdos e influyen en nuestro estado de ánimo. La llamamos decoración sensitiva y transformar la atmósfera de nuestra casa con fragancias lo es. Por ejemplo, decorar con velas aromáticas va más allá de lograr un ambiente íntimo con iluminación suave, tenue y relajada. Los aromas que éstas aportan refuerzan esas sensaciones.

Sin que importe el formato, hay aromas que nos relajan como la lavanda, manzanilla, jazmín, incienso, mirra, naranja, mandarina o ylang-ylang. Y otros que nos estimulan y hacen sentir más vitales, como los cítricos limón, pomelo, canela, geranio, vainilla, romero y algunas flores. Conviene tener unos aromas básicos, que siempre nos hagan sentir bien: menta, café, enebro, las notas cálidas y exóticas del sándalo, o la sensualidad del ámbar y la miel. Así como otros específicos para momentos puntuales.

Completa con la parte visual de esas esas sensaciones, velas, quemadores de incienso o vasijas de esencias con varillas, creando con ellos centros o rincones con encanto.

Hay quemadores tipo tablilla o de caja, de madera; o de metal, en forma de urna; y también están los de reflujo, de cerámica o vidrio, que usan conos especiales y pueden ser auténticas esculturas. Generan un decorativo efecto cascada deslizante con el humo.

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