La revista bilingüe de Lanzarote

Jardines asilvestrados

Toda una tendencia en paisajismo para esta década, la naturaleza cobra protagonismo en los jardines naturalizados con praderas ‘salvajes’, gramíneas y elementos integrados

Por escasez de agua o por falta de suelo, especialmente en entornos urbanos, que una tendencia surja como adaptación a una necesidad sólo la hace más inteligente. Es el caso de los jardines naturalizados. Una solución paisajística que además de la estética tiene por bandera la sostenibilidad.

Hay un movimiento hacia un estilo más naturalizado y ecológico en los jardines, en los que la sostenibilidad medioambiental es una herramienta de diseño más. Así, cada jardín es un proyecto vivo que exige la acción de un profesional.

El reto: que se pueda disfrutar las cuatro estaciones del año, con el menor consumo de agua posible. No sólo es importante una adecuada y certera selección de especies, también saber combinarlas. Esto es, estudiar su ubicación, interacción con las otras especies de su contexto cercano y el equilibrio con la totalidad, sus diferentes niveles de resistencia y sus épocas de floración. Como si se tratara de una sinfonía, el paisajista o jardinero propondrá una composición lo más sostenible y adaptada al lugar que sea posible.

El aspecto de un jardín de estilo naturalizado, con gramíneas, aromáticas, espacios de grava y praderas naturales, puede resultar un tanto ‘salvaje’. Sin embargo, ahí está la clave de esta tendencia. La idea es que recuerden a la naturaleza, pero que también se vea que hay un diseño detrás, que hay orden y armonía. Una búsqueda de belleza que para nada es dejadez.

Es descartable que se vaya a imponer una tendencia. Se mantendrán el minimalismo, el estilo rústico o el mediterráneo. Y a nivel estético, esta sostenibilidad se materializa en diseños orgánicos y vegetación silvestre como hierba y vivaces multicolores, además de cubresuelos (mulching) orgánicos, dándole equilibrio con árboles o arbustos autóctonos.

Se llevan igualmente las composiciones de grandes herbáceas y aromáticas; y de praderas naturales informales, fruto de la mezcla de muchas y variadas semillas de especies cespitosas, florecillas, tréboles, etcétera. Estética que, en los jardines de zonas áridas, se traduce en campos de gravas (o rofe) y praderas informales puntuales con plantas rastreras.

Por otra parte, se concibe el jardín como hábitat. Los jardines naturalizados piden un mobiliario menos imponente. Muebles de ratán, yute y fibras recicladas, o maderas de aspecto envejecido. Mejor minimalistas y sencillos, de líneas finas y una paleta cromática que va del café al crema y en la gama de los grises.

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