Un paraíso insospechado pero, posiblemente, el gran viaje de tu vida con sus reservas naturales, safaris espectaculares, viñedos de fama mundial y urbes vibrantes y cosmopolitas como Johannesburgo y Ciudad del Cabo
Sudáfrica es el país de la Buena Esperanza. La última parada antes del Cabo donde se encuentran el Océano Atlántico y el Índico. Una tierra que te ofrece ver en su hábitat y fotografiar a elefantes, leones, leopardos, rinocerontes y búfalos, considerados los ‘cinco grandes’, entre otros animales salvajes. Hay safaris con guía y alojamiento, incluso de lujo, en el Parque Nacional Kruger y en las reservas de Amakhala o Knysna.
Y mar adentro, excursiones con avistamientos de ballenas, cachalotes y tiburones blancos. Si quieres más adrenalina, recorre la selva salvaje del SANPark de la Ruta Jardín en una de las tirolinas ‘Knysna Ziplines’ a más de 200 metros de altura. Deslízate dos horas por sus 2,2 km de cable en varias etapas, alguna de 700 metros. Por si no te puedes resistir, están integradas en el Garden Route National Park a unos 25 km de la ciudad de Knysna en dirección a Plettenberg Bay.
Más naturaleza impresionante… Las montañas Drakensberg son Patrimonio de la Humanidad y albergan rutas de senderismo con cascadas y muestras de arte rupestre de los pueblos San (bosquimanos). La Ruta Jardín, entre Mossel Bay y Storms River, es una de las rutas costeras más espectaculares del mundo. Tiene acantilados, bosques, playas, avistamiento de cetáceos y actividades de aventura.
La Sudáfrica urbana no es menos apasionante. Johannesburgo, famosa por las minas de diamantes en su región, es hoy una de las ciudades más vibrantes del país austral. Allí está el FNB Stadium, donde España ganó su primer Mundial de fútbol. Y hay bonitos edificios históricos en Pretoria, la capital administrativa, pero la joya del Sur es Ciudad del Cabo. Una de las urbes más fascinantes, diversas y hermosas del mundo.
Está enclavada en la punta Suroeste de África, entre el océano Atlántico y la imponente montaña de cima plana, Table Mountain. Considerada una de las nuevas siete maravillas naturales del mundo. Ciudad del Cabo es la más cosmopolita del país, con una mezcla única de culturas africanas, malayas, europeas y asiáticas. En apenas unos minutos tiene arquitectura colonial y moderna, enología y viñedos en Stellenbosch, Franschhoek y Paarl; playas espectaculares y paisajes naturales deslumbrantes.
No desestimes un paseo por las calles empedradas de Bo-Kaap, entre las casas de colores vibrantes y el aroma especiado del barrio histórico y musulmán de la comunidad malaya. O disfruta de un atardecer en la exclusividad de Camps Bay, con su playa de arena blanca y sus restaurantes elegantes. Igual te va algo más alternativo como Woodstock, con sus murales, mercados artesanales y galerías de arte urbano. O te apetece recorrer V&A Waterfront, el paseo marítimo más visitado del país y el desde donde salen los ferries a Robben Island.
Y no te puedes ir sin ver el faro de Cape Point (1859) y el Cabo de Buena Esperanza, dos de los enclaves más espectaculares de Sudáfrica. Están a unos 70 km al Sur de Ciudad del Cabo, en una península montañosa y salvaje del Parque Nacional Table Mountain que se adentra en el océano Atlántico. Acantilados verticales de 200 metros, viento casi constante, aves marinas.
Unos dos kilómetros median entre ambos. El Cabo de Buena Esperanza es el punto más Suroeste del continente africano, famoso desde el siglo XV por los navegantes portugueses que lo bordearon buscando una ruta a la India. Su nombre original era ‘Cabo de las Tormentas’ por el clima bravo de la zona.