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Mycelium, el muro biológico

Las raíces de los hongos son el nuevo material de construcción sostenible que además de moldeable y resistente, purifica el aire y es compostable

A partir de los hongos se obtiene un componente resistente, el micelio, que se puede emplear de diferentes maneras en la construcción de edificios como un sustituto de materiales no sostenibles. Este material es biológico. Crece, se adapta a cualquier forma y tiene la capacidad activa de purificar el aire.

Los hongos están en todas partes y el micelio es todo lo que compone su raíz, la parte no visible de estos, ubicada bajo el suelo. Se trata de unos filamentos pluricelulares, también llamados hifas, de crecimiento rápido y funcionan como una red neuronal debajo de la tierra para ayudar al hongo en su reproducción, nutrición y desarrollo.

Crecen como las ramas, en muchas direcciones y con una estructura compleja, pero puede condensarse en un solo espacio y en cualquier tipo de superficie sin dejar de crecer. Esto permite que pueda formarse a partir de él un material duro apto para ser usado en la fabricación y construcción.

La micofabricación o micotectura consiste en el uso del micelio para generar materiales de construcción sostenibles, con la ventaja de que los ladrillos de micelio son biodegradables y biocontribuyentes. Al descomponerse lo hacen en nutrientes que son útiles para el suelo y para el medioambiente. Al estar vivos, pueden rellenar y reparar grietas e, igualmente, seco es un material muy resistente, más que el hormigón. Capaz de sobrevivir al fuego, agua y moho, lo que lo convierte en un candidato fuerte como material de construcción estándar.

Por otra parte, se está investigando y desarrollando el uso de micelio como purificador del aire. En esta línea, Brunel Design ha ideado Myco-Hex. Se trata de unas baldosas modulares y hexagonales que se integran como las celdillas de un panal de abejas y tienen como componente principal el micelio.

Además de su capacidad de crecimiento explosiva, puede absorber hasta el 80% del dióxido de carbono del aire. Asimismo, es capaz de atrapar una gran cantidad de partículas de hidrocarburos en suspensión, cualidad que ya se ha probado en la limpieza de vertidos petrolíferos en el Delta del Níger.

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