Vinculado a la inclinación actual por los elementos naturales, lo orgánico y sostenible, a una cada vez mayor conciencia ecológica y medioambiental y a un consumo más responsable, no es casualidad ni capricho que el minimalismo cálido esté de moda.
Este estilo se caracteriza por sus líneas suaves, orgánicas, con predominancia de las curvas. Espacios despejados y fáciles de mantener en orden que aportan paz visual y mental. Texturas y materiales naturales como la madera, el mimbre, la cerámica o el vidrio y tejidos como la lana, el lino o el ratán.
Muebles con formas redondeadas y líneas limpias, sin ornamentos. Elementos decorativos, muy pocos y con sentido. Objetos de artesanía y artículos con valor emocional. Colores naturales, biológicos. Tonos tierra y piedra, beige, ocre, o marrón en maridaje armónico con el blanco. Se admiten otros colores, siempre que evoquen y
transmitan calma.
Las plantas cobran protagonismo por su aportación de frescura, vitalidad y naturaleza. ¿Qué plantas? Cactus, orquídeas, bambúes y sansevierias.
La cantidad de luz, preferentemente natural, es otro elemento fundamental. Grandes ventanales, con cortinas que tamicen o, cuando por el tamaño esto no es posible, compensar con luz indirecta y con la decoración: pocos elementos y en colores neutros y claros.
