Durante más de un mes, la ciudad alsaciana se impregna de un espíritu festivo y espiritual que no tiene parangón en Europa y tiene en sus mercados navideños uno de sus máximos atractivos
Estrasburgo goza del título de ‘capital de la Navidad’. Esta merecida fama tiene que ver con la forma en que se viven estas fiestas, cómo cambia la ciudad que se viste con sus mejores galas. Su catedral, sus plazas, las casas y especialmente en su barrio más famoso: la Petit France, se llenan de luces, decoración navideña y de magia.
La capital alsaciana, sede de uno de los dos parlamentos de la Unión Europea, tiene uno de los mercados navideños más antiguos de Europa, datado en 1570. Ya en la Edad Media se celebraba el St. Klausenmarkt (Mercado de San Nicolás), que en el siglo XVI pasa a llamarse Christkindelsmärik» (Mercado del Niño Jesús, por la conversión al Protestantismo), que se celebra unos días antes de Navidad al pie de la catedral.
En 1830 se traslada a la plaza Kléber y en 1870 a la plaza Broglie, donde ha permanecido aunque desde los ’90 empezó a extenderse por toda la ciudad. Hoy, más de trescientos puestos de madera se reparten por las principales plazas del centro histórico que, por cierto y además del ambiente navideño, fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988.
El abeto gigante, en la plaza Kléber, es la máxima expresión del espíritu navideño de Estrasburgo. Con sus treinta metros de altura y maravillosamente decorado, impresiona por su presencia y su majestuosidad. Símbolo de una tradición alsaciana que se remonta a cinco siglos y el embajador de una ciudad bañada por la luz. Compite con la catedral gótica (1015) en el ‘skyline’ de la ciudad.
El Christkindelsmärik tiene su corazón en la plaza Broglie, al pie de la Ópera. Este rincón del mercado es único. Allí están los puestos de decoración navideña más antiguos y bonitos, con productos y artículos de una riqueza excepcional. No falta, por supuesto, el tradicional vino caliente con sus aromas de canela, clavo y cítricos. Con el frío que hace allí en esta época… ¡Imprescindible!
Durante todo del mercado navideño están abiertos al público los lugares de culto, católicos, protestantes, ortodoxos. Y en ellos se celebran conciertos, se cantan villancicos, se pueden ver exposiciones. Por ejemplo, entre el Adviento y la Epifanía (30 de noviembre a 6 de enero) pueden admirarse los magníficos catorce tapices de la catedral, que narran la vida de la Virgen. Estaban destinados inicialmente al coro de Notre-Dame de París pero desde 1739 forman parte de los tesoros de la catedral estrasburguesa.
Diferentes citas se organizan en toda la ciudad. Muchas veces se invita al público a participar. Por ejemplo, el mismo día que se inaugura el Mercado es el encendido del árbol de Navidad y cada hora hay un espectáculo de luces y música en torno a él. También hay coros que cantan villancicos y conciertos en espacios como Place Broglie o cerca del río y suelen invitar al público a cantar y participar.
Aprovechando la belleza del momento, se ofrece a los visitantes recorridos bajo la iluminación navideña acompañados por guías que explican anécdotas sobre tradiciones alsacianas, la historia del mercado y las costumbres vinculadas al Adviento. Muchos también son inclusivos e invitan a participar.
Una cita relevante en este calendario navideño de eventos en Estrasburgo es la Soupe Étoilée. Se trata de un evento solidario en Place Kléber en el que chefs destacados de la región elaboran sopas que se venden para recaudar fondos. El público puede participar en degustaciones y apoyar iniciativas solidarias.