En su aridez y tonos lávicos la isla de los volcanes encierra mucha belleza y a veces necesita perspectiva. Los miradores, que hay muchos, ofrecen esa distancia en altitud para disfrutarla aún más
En Lanzarote hay muchos miradores. Algunos muy conocidos como el Mirador del Río, obra de César Manrique y convertido en Centro de Arte y Cultura del Cabildo; o el del Malpaso, con vistas al valle del mismo nombre, también obra del genio lanzaroteño e igualmente en el municipio de Haría. El primero, a 470 m sobre el nivel del mar, tiene a sus pies el Archipiélago Chinijo, la playa Bajo el Risco y las salinas más antiguas de Canarias. El segundo, en la LZ-10, muestra la cara más bonita y fotogénica de Haría. El Mirador de Los Helechos es otra parada obligatoria en la bajada a Haría desde Los Valles.
Otro muy conocido es el de El Golfo, que contempla la playa de arena negra y el lago verde, Charco de los Clicos, así como la pared espectacular del cráter que los abraza. O el de Los Hervideros, muy cercano al anterior, para contemplar la bravura del mar entrando en las paredes de colada volcánica.
¡Pero hay más, claro! Menos turístico es el Mirador del Risco de Famara/El Bosquecillo, a 480 m de altitud, que desde el borde mismo del acantilado ofrece panorámicas impresionantes de la playa de Famara, el valle y el Atlántico. Arriba del Risco, recorriéndolo, el espectacular sendero conocido como Gallo. Y en la ruta por carretera ofrecen diferentes ángulos el de Guinate, el de La Caldera, el Mirador de la Ermita de las Nieves y el de Peñas del Chache (parte es zona militar, no transitable), ambas en la zona más elevada de Lanzarote, a 650 metros.
También hay miradores menos conocidos en el sur y en la costa oeste. Por ejemplo, el de Las Breñas, localidad ubicada en altura frente al mar de lava de Timanfaya; el de las Salinas de Janubio o el de Femés, justo frente a la iglesia de San Marcial del Rubicón, desde donde se ve Playa Blanca, el estrecho de La Bocaina, Isla de Lobos y la costa norte de Fuerteventura.
Otra versión de mirador: ‘el firmamento desde Lanzarote’. Hay enclaves fantásticos para la observación del cielo y para astrofotografía. Ideales, como los ya citados de El Bosquecillo, Guinate, la Ermita de las Nieves o Peñas del Chache; y otras zonas sin contaminación lumínica como el volcán de El cuervo, Papagayo o Tenésar.