La revista bilingüe de Lanzarote

Hogar estilo Neuroestético

Basada en la respuesta del cerebro al arte visual y con raíces tanto científicas como artísticas pronto se extendió al diseño, la arquitectura y la percepción del entorno y seguro que reconoces muchos de sus principios y recursos

Acuñó el término el neurocientífico Semir Zeki en 2002, referido a impulsos cerebrales ante el arte visual. Llegó pronto al mundo de la arquitectura, el interiorismo y la decoración como Neurodiseño (Neurodesign). Es decorar basándose en cómo responde el cerebro a los estímulos visuales y espaciales. Está enfocado a los amantes del diseño consciente y del wellness y se manifiesta en el uso de curvas suaves, tonos relajantes, luz natural bien gestionada y orden visual.

La neuroestética es una de las corrientes más interesantes y con mayor proyección en interiorismo y arquitectura, ya que no solo busca que un espacio sea bonito, sino que ha de generar bienestar real a través de estímulos sensoriales conscientes. Crear espacios que reduzcan el estrés, mejoren la concentración, estimulen emociones positivas y promuevan la salud mental y el bienestar.

Principios clave del ‘neurodesign’ son las curvas suaves y formas orgánicas, a las que responde mejor el cerebro y las asocia con seguridad, calma y fluidez. Los colores emocionalmente inteligentes, que son tonos cálidos y naturales como terracotas, verdes suaves o azules tranquilos porque generan bienestar. Se evitan paletas que sobresaturan el sistema visual. Esto es, combinaciones de colores complementarios en alta saturación y contraste violento como rojo-verde, azul-naranja o amarillo-violeta.

La neuroestética prioriza el uso de luz natural porque regula nuestro reloj biológico (ritmos circadianos). Que sus interiores reciban luz indirecta, difusa, suave. En algunos entornos, como hospitales y oficinas, se integran sistemas de iluminación que imitan los cambios de la luz del día. También incorpora naturaleza (biofilia), ya sean plantas o materiales como madera, piedra, barro, sonidos naturales y vistas verdes (calman el sistema límbico). Mejoran así la concentración y la creatividad y reducen el ritmo cardíaco.

Requiere espacios despejados, simetría, proporciones armónicas y zonas bien delimitadas que faciliten la comprensión del entorno y reduzcan el estrés mental. Conlleva una estimulación multisensorial, texturas, sonidos, aromas… Se genera así una inmersión sensorial saludable, lo contrario a un entorno plano o artificial.

Su aplicación trasciende al hogar. En oficinas y centros de trabajo aumenta la productividad y reduce el ‘burnout’ (síndrome de ‘estar quemado’). En comercios estimula las compras. En hoteles y spas maximiza el confort emocional del cliente y en hospitales acelera la recuperación de los pacientes.

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